Un frenillo sublingual corto o anquiloglosia supone un alteración que se presenta desde el nacimiento del bebé. Y, como su propio nombre indica, consiste en que el frenillo sublingual se ha formado con un tamaño más corto de lo habitual, provocando así limitaciones en los movimientos de la lengua del bebé. Pero, ¿cómo detectar si mi bebé tiene un problema en el frenillo?
Es una alteración que se presenta en muchos recién nacidos, de hecho según la Asociación Española de Pediatría (AEP), afecta al 1,7% - 4,8% de los bebés, por lo que, dada su relevancia, es un tema que merece la pena conocer.
Para detectar si tu bebé tiene un problema en el frenillo, es decir, anquiloglosia (frenillo restrictivo), debemos observar si encuentra dificultad a la hora de sacar la lengua fuera de los dientes o si ésta se curva.
Como veis, detectar si tu bebé tiene un problema grave en el frenillo, es un procedimiento rápido, pero no siempre se detecta en el nacimiento por varios motivos. Uno es por que no todos los sanitarios están especializados y es importante dar con la persona adecuada y otra razón puede ser por que no da la cara al principio y poco a poco esa restricción comienza a dar problemas a lo largo de las primeras semanas/meses.
En primer lugar, es importante señalar, que hay diferentes tipos de frenillo sublingual, dependiendo del grado del mismo. La Dra. Elizabeth Coryllos y Catherine Watson Genna han creado una escala de clasificación global, que nos ayuda a comprenderlo mejor.
Una vez detectamos que nuestro bebé tiene un problema en el frenillo, debemos ponernos en contacto con un profesional sanitario especialista en valoraciones de frenillo, lo antes posible.
Aunque es cierto que existen casos en los que no causa problemas, en otros es necesario hacer una breve intervención, que consiste en hacer una pequeña incisión en el frenillo. Este procedimiento se llama "Frenotomía" (o frenectomía) y, aunque pueda asustarte en un primer momento, es un proceso muy rápido que ni siquiera precisa anestesia en la mayoría de los casos, sobre todo si se realiza dentro de los primeros seis meses de vida, de ahí la importancia de ponerse rápidamente en contacto con un profesional sanitario especialista en el tema, si tu bebé tiene un problema en el frenillo.
Como decíamos al principio, algunos recién nacidos presentan un frenillo inusualmente corto, que les condiciona el movimiento de la lengua y, por tanto, afecta a varios aspectos importantes de la vida del bebé. Este problema también influye negativamente y acarrea consecuencias a la mamá (dolor al mamar, vaciado del pecho incompleto que conlleva a complicaciones tales como obstrucciones, mastitis, producción inadecuada, entre otros). Esta restricción no sólo puede dar problemas con la lactancia materna, sino también con la lactancia artificial, aumentando los gases y molestias digestivas, la leche se sale por los laterales al no hacer un buen vacío, entre otros.
En los bebés, presentar un frenillo sublingual corto o anquiloglosia, va a afectar a cómo comen y tragan; entre otros: no consiguen mantener un buen agarre al pecho y se sueltan con frecuencia, incapacidad para ingerir suficiente cantidad de leche que supone una lenta ganancia de peso, la toma se hace muy larga y el bebé se cansa, por lo que pide mucho y está mucho tiempo al pecho, ocasionando en muchos bebés problemas a la hora de la lactancia (materna o artificial) y llegando a acarrear consecuencias en la vida adulta si no se corrige a tiempo. Otros signos diferentes pueden ser que el bebé duerma con la boca abierta o presente una pequeña ampolla en el labio superior, al realizar excesiva presión al mamar.
Por su parte, la AEP detalla una serie de dificultades/inconvenientes que pueden presentar las madres que amamantan a un bebé con un problema en el frenillo, entre otros: grietas en el pezón de la madre, mastitis, poca producción de leche o hipogalactia, retirada temprana del pecho.
Además, a largo plazo, este problema no solucionado a tiempo, puede llevar aparejado otra serie de problemas en la vida adulta, tales como: incorrecto desarrollo de la estructura maxilofacial (los dientes y el paladar), problemas en la articulación de diversos fonemas, al causar disglosias que repercutirán en la adecuada pronunciación de los sonidos, entre otros rotacismo.
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